Profecía del fin


Habrá una isla
que no podrá contener
la débil brisa
que surge de los glaciares 

Habrá una llanura
que morirá sin conocer tu nombre
y a través de la marisma
y la laguna litoral
querré asir tu sombra inabarcable
y no tendré manos ni brazos
porque habré muerto de hambre
en el cepo gris de la mañana 

Habrá un sol
              -ojo
sobre el cielo
              -rostro
sorprendido
que sólo observará tus huellas
y este espejo amenazador
en que inútilmente trato de retenerte

Océano de tibias imprecisiones

Pensaba en tus pies mojados
y el viento desataba olas
escribiendo a dentelladas
sobre la arena saturada de la playa.

En el horizonte
las dunas que la marea transportaba
ofrecían sus enormes senos a la brisa.
Había un muelle que atardecía en tus ojos
una luz que no proyectaba sombra de duda
un brazo de mar que te tomaba del talle.

Pensaba en el empuje prescrito del agua
y en la ardua evocación de lo ocurrido.
Eras el oasis donde el mar se refugiaba
de esas formas obscenas que adopta el sol
cuando cae sin esperanza sobre los arrecifes.

Sé que hay un puerto asomando en tus muslos
un océano de tibias imprecisiones
una arena más húmeda y suave al tacto.

Pensaba en tus pies mojados
y en las olas arrastradas hasta ellos.
Yo sentía entonces el rumoroso calor
que provenía del mar y de tus piernas
y de las táctiles arenas de la playa
que no son sino mis manos.

Contradanza

Si camino a ciegas
arden a solas tus pasos

Si acaricio la sombra
el sol incendia los campos

Si el viento cruza el parque
los árboles son tus manos

Si sueño tu corazón
abro los ojos de espanto

Si murmuro tu nombre
el viento desata barcos

Si miras mis grietas
se despeñan mis brazos

Si camino a ciegas
arden a solas tus pasos